sábado, 10 de noviembre de 2012

Los hospitales católicos no son seguros para las mujeres

Hace más de un año escribí una breve reflexión sobre “la inhumanidad básica de los pro-vida” en la que ponderaba no sólo la hipocresía de los antiabortistas sino especialmente la desorientación moral de quien prefiere un embrión a una mujer. Entonces planteaba la cuestión particular de los embarazos ectópicos, que son siempre letales para la mujer si se les permite progresar y que no dejan ninguna opción aparte de un aborto temprano. Basándome en la doctrina declarada de la Iglesia Católica, teoricé que los médicos “pro-vida” no tendrían más opción, en el caso de un embrión implantado en la trompa de Falopio, que extirpar la trompa entera, procedimiento conocido como salpingectomía: una cirugía invasiva y peligrosa, que priva a la mujer de la mitad de los óvulos que le queden y por tanto de la mitad de su fertilidad futura. No tenía de hecho pruebas de que tal cosa ocurriera, aunque todo indicaba que debía ser así.



Finalmente puedo confirmar que no estaba errado, a través de un artículo de la Dra. Jen Gunter, una tocoginecóloga estadounidense que habla de estos “regalos explosivos de Dios”. Gunter explica que un embarazo ectópico nunca, jamás, puede llegar a ser un bebé; que esperar a ver qué pasa no es opción y que hay tratamientos probados: metotrexato, una droga abortiva, o una salpingostomía, que consiste en abrir la trompa de Falopio, cortar el embrión y cerrarla de nuevo. Es tan sencillo que no debería ser controvertido para nadie, pero…
Sí, algunos eticistas católicos argumentan que las directivas católicas prohíben que los médicos en hospitales católicos traten los embarazos ectópicos de alguna manera que involucre actuar directamente sobre el embrión.
La única salida, si no se provoca un aborto, es la remoción de la trompa. Esto es algo parecido a encontrar una mancha de humedad en una pared y demoler toda la habitación para librarse de ella, con la diferencia de que la habitación puede reconstruirse.
¿Qué tan común es esta práctica? Bien, es triste decir que alguien tuvo que ponerse a investigarlo. Según un estudio de 2011 de Foster et al. (Womens Health Issues, 2011), algunos hospitales católicos se niegan a ofrecer metotrexato (tres de dieciséis hospitales estudiados). Esta falta de metotrexato llevó a cambiar el tratamiento, transferir pacientes a otros hospitales e incluso administrarlo subrepticiamente. Todas estas cosas exponen a las mujeres a riesgos innecesarios y gastos, y son francamente incorrectas.
No me queda claro qué significa “administrarlo subrepticiamente”. Confío en que se trata de médicos que, contra las directivas del hospital y las absurdas doctrinas católicas, les suministran metotrexato a las pacientes. Hacer esto a escondidas es peligroso y una vergüenza para un profesional, pero es un mal menor que simplemente rechazar a la paciente u obligarla a una cirugía innecesaria.

1 comentario:

  1. "Administrarlo subrepticiamente" es lo que te parece. Es como ahora hacen abortos con el diagnóstico de "quiste de ovarios".

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