lunes, 31 de octubre de 2011

La inhumanidad básica de los pro-vida

Me vengo guardando hace un tiempo mi indignación para escribir sobre una nota que apareció hace bastante en InfoCatólica. La escribe un médico ginecólogo perteneciente a una organización contra los derechos reproductivos (“pro-vida”, que les dicen). En ella este profesional del cuidado de la salud afirma que las embarazadas no deberían realizarse el test prenatal para saber si están gestando un feto con síndrome de Down. Dado que en los países donde el aborto es legal y este test es de rutina ya casi no nacen niños con síndrome de Down porque los embarazos son interrumpidos en la mayoría de los casos, no hacerse el test “salva vidas”.

He escuchado mucha desinformación pseudocientífica, mucho argumento filosófico retorcido, mucha teología vacua y mucho discurso de culpabilización de parte de los “pro-vida”, incluso de gente que debería saber de qué está hablando, pero es la primera vez que soy testigo de un pedido activo —de parte de un médico, nada menos— de no informar al paciente, de bloquear el acceso a un dato médico importantísimo. Este médico español pide a las mujeres que se priven a sí mismas de información. No es difìcil imaginar que si estuviera en sus manos (y de hecho debe estarlo en su consulta particular), el test prenatal simplemente sería eliminado y esa ignorancia sería obligatoria en vez de electiva.

El asunto me puso a pensar en qué otras cosas pueden estar haciendo los ginecólogos y obstetras antiabortistas. Uno de los casos más claros donde hay peligro claro e inminente es el del embarazo ectópico, que ocurre cuando el embrión se implanta donde no debe, generalmente en una trompa de Falopio. Tal embarazo es sumamente peligroso para la madre y además es casi siempre inviable, por lo cual el dilema ni siquiera debería existir. Pero como la doctrina católica no permite el aborto sino sólo como consecuencia indirecta y no deseada de otra acción, el médico católico practicante debe pensar seriamente qué va a hacer: es decir, tiene que comportarse como si tuviera que decidir entre matar a un niño indefenso y dejar morir a su madre.

Hay varias formas de lidiar con un embarazo ectópico. Una posibilidad es utilizar una droga llamada metotrexato para inducir el aborto; es el procedimiento más seguro y menos invasivo, pero el médico católico no puede emplearlo. Otra posibilidad es la salpingostomía, que consiste en hacer una incisión en la trompa de Falopio para retirar el embrión implantado; no es factible en todos los casos pero es recomendable si la opción medicamentosa no está disponible. La salpingostomía tampoco es admisible para el católico, porque es un atentado directo contra el “niño indefenso”. La tercera posibilidad es la salpingectomía, que es la remoción quirúrgica de la trompa. Esto, claro está, mata al embrión, pero es permisible para el católico porque la muerte es consecuencia indirecta de un acto destinado a salvar la vida de la mujer. Esta vía de escape bastante hipócrita para la conciencia del médico, además de ser la opción más invasiva, tiene el desafortunado efecto secundario de esterilizar a la mujer en un 50%, dejándola con la mitad de sus óvulos disponibles (salvo que se empleen métodos artificiales para extraerlos y fecundarlos… métodos que la Iglesia también condena).

Llamamos humano o humanitario a lo que se hace en reconocimiento de la dignidad de los seres humanos, e inhumano a lo opuesto. Tratar a una bolita de células apenas diferenciadas como a un ser humano y a la vez tratar a un humano adulto como a un mero recipiente, haciendo al segundo sacrificable al bienestar del primero, es profundamente inhumano. Debería inquietarnos bastante cómo esta inhumanidad de raíz infecta la moral de algunos de aquellos en cuyas manos ponemos nuestra salud y nuestras vidas.

8 comentarios:

  1. Ya que estás pensando en qué más hacen los médicos "pro vida", aquí hay un ejemplo del cual tal vez te enteraste:

    http://www.eldiario.com.ar/secciones/interes-general/23100-denuncian-la-negacion-a-un-aborto-en-el-hospital-san-martin.htm

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  2. Lo que subyace es la vieja idea de la iglesia católica en particular y de la mayoría de las religiones monoteístas en general de que la mujer es "malvada y peligrosa" y que solo justifica su existencia pariendo hijos, preferentemente varones, de ahí a que implícitamente el embrión valga más que la madre.
    Igual me sorprende el alto número de objetores que  tiene entre los médicos argentinos el aborto ¿Son más católicos los obstetras o ginecólogos que el resto de los médicos? ¿Temen las demandas? ¿Defienden el negocio de los abortos ilegales?¿No sería mejor crear una especialidad que atienda estas cuestiones (tanto los abortos como la fecundación in vitro porque ambas involucran manejo de embriones) y así quienes estudien y se especialicen sabrían de antemano que están aceptando hacer un aborto, y no cómo sucede ahora, que a lo mejor entran en la especialidad imaginando que su tarea es traer rollizos bebés al mundo sin complicaciones éticas de ninguna clase?

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  3. Y todo porque los religiosos han ido perdiendo influencia. Cuando eran todopoderosos con enorme influencia en las decisiones políticas, estos asuntos les parecían nimiedades a las que no prestaban atención. En la edad media se podía abortar sin problemas. Pero ahora han encontrado en el anti abortismo un enganche mediante el cual hacerse notar (dado que en otras muchas cosas ya nadie les hace caso). Aprovechando que se trata de una cuestión más resbaladiza que otras, se han agarrado a la bandera antiabortista y no les importa el sufrimiento que puedan provocar, fingiendo preocuparse por los más débiles, ellos que siempre han ido pegados a los poderosos.

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  4. silvia matilde macario2 de noviembre de 2011, 12:52

    Comento un caso que he vivido muy de cerca: Hace ya varios años, atendí como clínica a una paciente en un hospital público. Ella me contaba que tenía 3 hijos de diferentes padres, que era empleada doméstica y que vivía hacinada en una villa con con sus padres, demás hermanos y hermanas, todos con sus respectivos hijos. (dicho sea de paso, era la época de las cajas PAN, NO la época de los subsidios actuales).  Ella había comenzado una nueva relación, y no quería tener más hijos, con el mejor de los criterios. Le extendí una solicitud de consulta a ginecología para la colocación de un DIU. Lamentablemente, consiguió el turno con una ginecóloga afectada de "exceso de religiosidad", quien se opuso terminantemente a la posibilidad del DIU (por ser "abortivo"), al igual que las píldoras  y le explicó las impresionantes "ventajas" del Billings. Consecuencia: La paciente quedó embarazada en menos de lo que canta un gallo. Concurrió a una comadrona del barrio,que utilizando un tronquito de perejil y vaya a saber qué otro "instrumental quirúrgico", logró en en curso de una semana terminar con la vida del embrión y la de su madre. Malditos chupacirios!

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  5. Ese fanatismo demente realmente impresiona.
    Quisiera que estos trastornados me indiquen en que momento la mujer deja de ser un ser humano con derechos y se convierte en una incubadora ambulante.

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  6. Excelente tu nota. Saludos

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  7. Estoy totalmente de acuerdo con tu exposición! basta de hipocresía!

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  8. chequense esto http://noadefensor.blogspot.com.ar/2012/03/pena-de-muerte-para-inocentes.html

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