sábado, 29 de junio de 2013

Preguntas acuciantes para las elecciones legislativas argentinas

Hay elecciones legislativas en Argentina en octubre y la Iglesia Católica, siempre preocupada por el país (¡pero sin mezclarse en política ni pretender decirle a nadie a quién votar, no señor!), tiene el irrefrenable deber de meter la cuchara.
La Comisión de Pastoral Social de la arquidiócesis de Córdoba (Argentina) publicó una carta abierta a los candidatos para las próximas elecciones legislativas en donde se hace una serie de cuestionamientos sobre temas esenciales como la defensa de la vida, la educación y el trabajo, en vistas a los comicios del mes de octubre.
Las preguntas son de hecho bastante pertinentes, pero está claro que hay una sola que a la Iglesia le interesa ver respondida, y que es la razón por lo cual existen las demás.
¿Cuál es su posición frente a la defensa de la vida desde su concepción hasta la muerte natural?
Esta pregunta es muy pertinente, a qué negarlo, pero formulada así resulta engañosa y manipuladora. Quienes realizan encuestas profesionalmente tienen claro que las personas responden a veces de maneras muy diferentes a la misma pregunta realizada en términos ligeramente distintos. Una formulación más clara dividiría esa primera pregunta en dos:
  1. ¿Está de acuerdo con dejar morir o enfermar gravemente a una mujer embarazada cuando el tratamiento para salvarla implique realizar un aborto?
  2. ¿Considera usted que su cuerpo y su vida son suyos o que son préstamos de nuestro dios que usted debe cuidar hasta que éste se los reclame?
Quizá porque ningún candidato ha mostrado jamás signos de pensar en el tema, la Iglesia omite preguntar por un tema que en otro contexto le resultaría de suma importancia. Mi pregunta, si yo estuviese en su lugar, diría:
¿Considera usted que el estado argentino debe seguir favoreciendo económica y políticamente, tanto de manera oficial como informal, a la Iglesia Católica Apostólica Romana, hasta el punto de pagar los sueldos de sus funcionarios y los de miles de maestros que trabajan en escuelas donde se practica la adoctrinación religiosa?
Estoy pensando en enviarle estas preguntas nuevas y reformuladas a la Arquidiócesis de Córdoba, pero algo me dice que no tendrán interés en ellas.

jueves, 27 de junio de 2013

Un ejemplo de cientificismo oportunista católico

No puedo afirmar que los médicos católicos sean todos deshonestos y manipuladores, pero estoy comenzando a ver una tendencia. El mes pasado fue una psiquiatra declarando triunfante que el “gen gay” no existe; ahora es una genetista explicando que una mujer transexual, aunque se haya operado, “sigue siendo genéticamente varón”.
María Isabel Quiroga, expresidenta de la Sociedad Peruana de Genética Médica, explicó que pese a las operaciones a las que puede someterse un hombre para asemejarse físicamente a una mujer, sigue siendo genéticamente varón, pues sus genes no sufren variación alguna.
Quizá haya personas tan ignorantes que creen que una operación de reasignación de sexo puede modificar los genes, pero lo dudo. La aclaración de Quiroga parece más bien destinada a darle una pátina de respetabilidad científica a la creencia en el carácter esencial, discreto e inmutable de los géneros masculino y femenino (y sólo de esos dos). Esa creencia no es, desde luego, exclusiva de los católicos devotos, pero es la primera vez que la escucho defendida por un expediente tan burdo.

Fernando Ñaupari

Lo notable de este pronunciamiento “experto” no es el pronunciamiento en sí, que entra en la misma categoría que el asunto del “gen gay” (una afirmación estrictamente correcta pero hecha con espíritu manipulativo, y sin relevancia al tema), sino el hecho de que una persona católica recurra a un argumento tan biologicista/reduccionista. Cuando la Iglesia Católica hace lobby contra la educación sexual, el primer punto de la argumentación suele ser que la misma, como se la pretende, reduce el ser humano a la mera genitalidad en vez de incorporar aspectos morales. Y sin embargo, he aquí a una profesional católica que abraza una forma de reduccionismo biológico igual o peor, anunciando triunfalmente que ningún transexual puede serlo verdaderamente porque por más que se haga cirugías “sus genes no sufren variación”, como si la esencia de la persona, sus características humanas fundamentales, ¡el sexo de su alma incluido!, fueran determinados por los frágiles nucleótidos de una molécula que puede alterarse fisicoquímicamente con una facilidad pasmosa.

(Cuando se habla de aborto también hay católicos que pseudocientíficamente argumentan que la vida humana comienza en la concepción porque es entonces cuando aparece un cigoto con una dotación de ADN única e irrepetible. Esto no sólo es de un cientificismo increíblemente grosero y filosóficamente atroz, sino además falso: el cigoto puede dividirse después de la fecundación y producir gemelos idénticos… que debido a otros factores sólo permanecen genéticamente idénticos por un tiempo.)

Quiroga sale a hablar de este tema por una cuestión específica que resulta ser una historia bastante triste:
En declaraciones a la prensa peruana, Quiroga se refirió al caso de Fernando Ñaupari, una persona que en 1988, luego de someterse a dos operaciones, asumió ante el Registro Civil el nombre de Carmen Claudia Ñaupari.

Ahora, tras haber ingresado a una denominación cristiana, ha expresado su deseo de recuperar su identidad y su nombre masculino.
A Fernando (porque si ése es el nombre que desea, así debemos llamarlo) le tocó la mala suerte por partida doble: primero, nacer en un cuerpo del sexo equivocado, y después, caer en manos de cristianos evangélicos, que hoy lo usan de vocero para predicar su odio a la sexualidad, al derecho humano al propio cuerpo y a la propia identidad. Su historia, narrada por él mismo, es calcada de otras que la propaganda cristiana produce de manera constante, mezclando homosexualidad con transexualidad, asociándola a la prostitución y el abuso y vinculando todo ello con una historia de padres golpeadores. Es difícil saber cuánto es verdad y cuánto es una reelaboración caprichosa, a la medida de lo que sus pastores le dictaron, de una infancia que no debe haber sido nada fácil. Resta esperar que, así como fue libre para buscar ser la mujer que sentía ser, vuelva alguna vez a tener libertad de verse como una persona íntegra (del género que sea) y no como un ser deficiente y depravado que sólo existe para postrarse pidiendo perdón por pecados inexistentes a un dios que reclama humillación constante.

lunes, 24 de junio de 2013

Una iglesia donde estén seguros los abusadores

Mientras Francisco atrae multitudes de nuevos adoradores y promete una limpieza en la Iglesia Católica, en la realidad donde importan más los hechos que los mensajes de buena voluntad, la Iglesia lucha para evadir las leyes contra los abusos sexuales cometidos por sus sacerdotes y sistemáticamente ocultados por sus autoridades.

En Estados Unidos se está llevando a cabo el primer juicio criminal contra un funcionario católico acusado de encubrir episodios de abuso sexual infantil. Es un gran suceso y naturalmente toda la atención está puesta allí. Pero entretanto, silenciosamente, la Iglesia viene haciendo lobby contra propuestas legislativas que le causarían problemas mucho más graves que un simple juicio perdido: iniciativas para relajar los llamados estatutos de limitación, regulaciones legales que determinan hasta cuánto tiempo después del hecho hipotético de abuso, y hasta qué edad, pueden denunciarlo las víctimas.

Las víctimas quieren que esos límites sean ampliados o abolidos. La Iglesia estadounidense, que ya lleva pagados dos mil quinientos millones de dólares (¡la Iglesia de los pobres!) en abogados, acuerdos extrajudiciales (mantener calladas a las víctimas) y supuestos programas preventivos, va por ahí diciendo que esas oportunidades de denuncia son injustas y sólo sirven para sacarle dinero a las diócesis católicas; la tarea la completan lobbistas profesionales y relacionistas públicos muy bien pagados.

La religiosa Sally Buttler, fundadora de Catholic Whistleblowers (una organización de denuncia de la corrupción intraeclesial), comentaba no hace mucho en una entrevista que tanto ella como muchos otros sabían lo que estaba ocurriendo pero la Iglesia comenzó a preocuparse recién en 2002, cuando estalló el primer escándalo en Estados Unidos. La preocupación fue en primer lugar por la imagen de la Iglesia y por el dinero. “Lo primero por lo que preguntaban era la edad [del denunciante]”, según Butler. Los encargados de recibir las denuncias en las diócesis católicas querían saber, antes que cualquier otra cosa, si podían aplicar el estatuto de limitación vigente para zafar de un juicio.

Los católicos no están solos en su lucha contra la justicia: el abuso sexual y su encubrimiento parece ser común en varias comunidades de judíos ultraortodoxos, que han sumado su voz para acallar la de las víctimas.

jueves, 20 de junio de 2013

La pseudohistoria de la persecución a los cristianos

¿Sabías que la historia de la persecución a cristianos y su martirio son en gran medida un invento? Los martirologios (tratados o listas de mártires y otros testigos heroicos de la fe cristiana) son muchos y muy variados, acumulando decenas y cientos de testimonios de muerte por la fe. El martirio es una institución muy cara al cristianismo, puesto que asegura la santidad sin otros requisitos (en todo otro caso, certificar la santidad de una persona requiere realizar la pantomima de inventar y luego corroborar oficialmente al menos dos milagros producidos por la intercensión del candidato).

No se le escapa a ningún cristiano más o menos culto que muchas historias de santos y mártires tienen demasiados detalles para ser creíbles. Sin embargo, es considerado habitualmente cierto que los cristianos sufrieron una continua persecución por sus creencias desde que empezaron a hacerse notar hasta que el Imperio Romano lo adoptó como religión oficial; los episodios de Nerón culpándolos por el incendio de Roma, de los creyentes arrojados a los leones en el Coliseo, etc., son ya icónicos en nuestra cultura.

Hace unos meses leí, y quiero comentar ahora, una entrevista que da por tierra también con esta visión histórica. La misma se refiere al libro de Candida Moss, The Myth of Persecution: How Early Christians Invented a Story of Martyrdom (“El mito de la persecución: Cómo los primeros cristianos inventaron una historia de martirio”). Cabe aclarar que Moss no es una atea militante ni una desmitificadora amateur, sino una académica especializada en el Nuevo Testamento. La entrevista fue conducida por Danielle Tumminio, una sacerdotisa episcopal.

Moss explica que se interesó por el tema al escuchar una homilía comparando la situación de los cristianos en Estados Unidos con la de los mártires de la Iglesia de los primeros tiempos. Después de eso comenzó “a notar cómo se usaba un discurso de persecución y victimización en todas partes, desde la política hasta los sermones y en los medios, pero muy rara vez en relación con situaciones de encarcelamiento o violencia”.
Con frecuencia estas afirmaciones se referían a la historia de la Iglesia temprana como evidencia de que los cristianos siempre han sido perseguidos y, por tanto, deberían esperar ser perseguidos hoy (…). Sin la idea de una persecución casi continua sería difícil hacer ver como persecución, por ejemplo, los desacuerdos sobre el papel de la oración en las escuelas.
Moss se refiere aquí a la tendencia de los cristianos estadounidenses a buscar la institucionalización de la oración cristiana obligatoria en las escuelas públicas (para abrir el día o al comienzo de los actos cívicos, por ejemplo), práctica que era común hace unas décadas pero que ha sido declarada inconstitucional e ilegal en repetidas ocasiones.
La evidencia histórica de persecución sistemática de cristianos por parte de judíos y romanos es en realidad muy escasa. Hubo sólo unos pocos años antes del ascenso de Constantino como emperador en que los cristianos fueron perseguidos por las autoridades sólo por ser cristianos. Las historias sobre mártires cristianos tempranos han sido editadas, expandidas y a veces incluso inventadas, dando la impresión de que los cristianos estaban bajo ataque constante.
El problema con la invención de una historia de víctimas perseguidas no es académico:
Identificarse como una minoría perseguida necesariamente identifica a los otros como perseguidores. Transforma el desacuerdo en una lucha por la supervivencia en la que hay un “nosotros” inocente enfrentado contra un “ellos” odioso. Esta visión polarizada del mundo no sólo imposibilita el diálogo significativo y la colaboración sino que también puede ser usada para legitimizar la violencia contra los otros “en defensa propia”.
¿Por qué se inventaban historias sobre mártires? Moss explica que no se lo veía como una mentira y que tales cosas eran comunes incluso entre los historiadores paganos:
A veces había una historia difusa sobre algún santo en particular flotando por ahí y un escriba la ponía por escrito y la adornaba un poco como apoyo a prácticas religiosas locales. A veces un escriba componía una historia de martirio para un cristiano muerto anónimo que pudo o pudo no haber sido un mártir. Otras veces las historias eran expandidas o se les añadían anécdotas de manera que el mártir fuese recordado como aprobando a ciertos obispos o condenando a ciertos herejes. Los cristianos no eran los únicos en hacer esto ­—los historiadores griegos Heródoto y Tucídices hicieron lo mismo—, así que claramente no resultaba tan problemático para las audiencias del pasado como para nosotros.
El resto de la entrevista, que por fuerza he resumido, es bastante interesante. Moss advierte que las historias de personas que sufren o mueren por defender sus ideas pueden ser edificantes, por lo cual no está en contra del uso de los martirologios, pero cree que la autovictimización no es una buena táctica, entre otras cosas porque quita el foco de los creyentes que realmente están siendo perseguidos por su fe. Ya tendré algo más que decir sobre todo esto.

martes, 18 de junio de 2013

Rusia no sale de las sombras

Aunque la libertad de pensamiento y expresión es una idea moderna y no ha dejado de sufrir ataques en ninguna nación del planeta, Rusia puede confiadamente plantarse en el podio de los peores lugares del planeta para ejercer esa libertad desde hace largo, largo tiempo. La monarquía rusa seguía considerándose de derecho divino cuando casi todas las demás monarquías europeas se habían bajado de ese pedestal. El rol de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el mantenimiento de este orden feudal, centrado en la figura paternal y cuasi-sobrehumana del zar, no puede subestimarse.

La abrupta interrupción de este régimen sólo movió el blanco de la represión hacia disidentes de otra clase. El comunismo, como famosamente observó Bertrand Russell, es incompatible con el cristianismo no por sus diferencias, sino por sus similitudes: se trata de creencias que reclaman a la persona entera y que no toleran la competencia.

Cuando el régimen soviético cayó a su vez, de manera más prolongada y con mucho menor estruendo, dejó libre y sin instituciones firmes a un pueblo que no sabía muy bien qué hacer con la libertad y que estaba acostumbrado a instituciones ineficientes y corruptas pero más o menos firmes a fuerza de anquilosamiento. Como no podía ser de extrañar, dado que la política aborrece el vacío, el hueco fue llenado por mafias de toda clase y con alianzas tan siniestras y poco probables como ex-oficiales de la KGB y jerarcas cristianos.

Flash forward al presente: el poder legislativo y el gobierno de Vladimir Putin, con presión y entusiasta apoyo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, acaba de transformar en delito la ofensa a los sentimientos religiosos. O mejor dicho: de crear una herramienta legal para la supresión de todo discurso y toda acción de protesta que pueda desagradar a la Iglesia Ortodoxa Rusa; una ley que además permita, luego de alguna operación de transformación ideológica que pasablemente (y con asentimiento del Patriarca ortodoxo) haga ver un ataque a la religión mayoritaria como un ataque al gobierno, castigar a cualquier disidente de la virtual dictadura de Putin.

Si esta segunda parte de mi caracterización parece especulativa, considérese la manera en que el régimen iraní se libra de sus enemigos políticos encontrándoles ofensas reales o imaginarias al Profeta y declarándolos “enemigos de Dios”. El caso de las Pussy Riot no está tan lejos: se las condenó tanto o más por insultar a Putin y hablar de su alianza con la Iglesia Ortodoxa que por el cargo oficial de vandalismo… cuya pena fue, no obstante, explícitamente agravada por supuesta incitación al “odio religioso”.


El Patriarca de Moscú, Cirilo I, ha pedido que no se abuse de la ley ni se la use improvisadamente para limitar derechos, cosa poco sincera de parte de un hombre que se manifestó en contra de penas de prisión cortas para las Pussy Riot y que en una feroz homilía las incluyó implícitamente dentro de un nebuloso colectivo de enemigos que “nos invitan a burlarnos de nuestros santuarios, rechazar nuestra fe y, si fuera posible, destruir nuestras iglesias”. En Rusia, como en cualquier lugar del mundo afligido por la religión, tales pronunciamientos épicos pueden tener, y han tenido, consecuencias desagradables, como la formación de milicias de fanáticos ortodoxos autonombrados “vigilantes” de sitios sagrados como iglesias y cementerios, que se dedicaron a acosar a defensores de las Pussy Riot y que, sin duda, estarán disponibles y dispuestos cuando sea necesario desalojar o silenciar a otros enemigos de Dios, del Patriarca o del gobierno con que su iglesia se ha metido en la cama.

viernes, 14 de junio de 2013

Una mártir de la fe homofóbica

Si necesitabas recordar la miseria moral humana, aquí estamos. Te traemos a un obispo católico molesto porque el asesinato de un homosexual recibió más cobertura mediática que el asesinato de una católica por parte de un homosexual. John Paprocki, obispo de Springfield, Illinois, Estados Unidos:
«Una búsqueda en Google del nombre Matthew Shepard genera 11,9 millones de resultados. Matthew Shepard fue un estudiante universitario de 21 años que fue salvajemente golpeado hasta morir en 1998 en Wyoming. Su asesinato fue considerado un crimen por odio porque Shepard era gay. En el año 2002 Marya Stachowicz también fue asesinada brutalmente, pero las circunstancias fueron muy distintas. Mary, la amable y devota madre católica de cuatro niños, instó a su compañero de trabajo, Nicholas Gutierrez, de 19 años, a cambiar su estilo de vida gay. Furioso por esta exhortación, como luego dijo a la policía, el joven la golpeó, la apuñaló y la estranguló hasta causarle la muerte.»
Matthew Shepard
Matthew Shepard
El nombre de Matthew Shepard quizá sea familiar a los lectores. Un joven gay torturado y abandonado en el campo por otros dos hombres, sin mediar alcohol ni drogas y sin intención clara de robo o venganza por ningún hecho particular, Shepard moría poco después en el hospital y terminaría motivando la inclusión de la orientación sexual como componente legal admisible en los “crímenes de odio”.

Es mucho menos probable que el lector conozca o recuerde a Mary Stachowicz, asesinada por Nicholas Gutierrez, quien diría en su juicio que mató a Stachowicz en un ataque de furia porque ella no dejaba de molestarlo sobre su orientación sexual.

Ninguno de los dos crímenes son justificables en ningún sentido, pero claramente, no todos los asesinos son iguales. El crimen de Shepard fue premeditado; lo convencieron de subirse a un vehículo, lo llevaron al campo, lo torturaron quién sabe durante cuánto tiempo, lo dejaron a morir y luego ofrecieron excusas variadas, incluyendo que Shepard había hecho avances sexuales a uno de los asesinos (una justificación homofóbica tan común que ya tiene nombre propio). El crimen de Stachowicz fue, según todas las evidencias, la reacción espontánea y violenta de un joven con problemas psicológicos. Gutierrez diría en su juicio que el modo desdeñoso de los cuestionamientos de Stachowicz a su sexualidad le recordaba a su madre cuando lo golpeaba.

Las palabras del obispo son parte de la estrategia constante, y en ocasiones insultante, de autovictimización de la Iglesia Católica, que sus ministros practican en toda ocasión concebible, especialmente en aquellos lugares donde la Iglesia es de todo menos víctima. Stachowicz, la víctima, no hacía más que repetir —con la mejor intención, seguramente— el discurso discriminador de los jerarcas católicos, con tanta mala suerte que se topó con una persona mentalmente inestable que la golpeó, la apuñaló y finalmente la asfixió con una bolsa de plástico. Gutierrez no la mató porque fuese católica, ni siquiera porque fuese homofóbica, sino porque lo enfureció. No la torturó antes de matarla, ni le exigió nada antes de hacerlo. Tampoco planeó el asesinato. Sólo quiso borrarla, suprimirla de su vista.

El horrible crimen cometido por Gutierrez no será recordado de la misma manera que el asesinato de Matthew Shepard. En los anales del derecho penal, el asesinato de Mary Stachowicz es, lamentablemente, uno más entre miles de casos similares. La de Shepard, en cambio, fue una muerte planeada, prolongada, motivada casi con seguridad por el odio homofóbico, del cual muchos son víctimas pero muy pocos reconocidos como tales; un odio que —a diferencia de los contados casos de anticatolicismo violento en Occidente— no sólo cobra víctimas regularmente sino que cuenta con muchos voceros con amplia licencia social para propagarlo a los cuatro vientos sin cuidarse de las consecuencias. Como el obispo Paprocki, que aprovechó su relativización del caso Shepard para una conferencia en contra del matrimonio homosexual.

Matthew Shepard no fue un mártir. Probablemente nunca supo bien por qué estaba muriendo. Sin embargo, su muerte tuvo el efecto de exponer al público el hecho de que había personas que eran molestadas, abusadas o asesinadas por su orientación sexual. Los padres de Matthew fundaron, para combatir el odio que les había arrebatado a su hijo, una organización para fomentar la aceptación de la diversidad sexual.

Mary Stachowicz no es una mártir de la fe. Para su desgracia, se encontró frente a un asesino sin saberlo. Gutierrez podría haberla matado por cualquier ofensa, real o imaginada; el destino quiso que la predicación de Stachowicz tocara una fibra sensible y desencadenara el crimen, por el cual Gutierrez está pagando su justa pena. Se trató de un crimen sin sentido, que a nadie sirve ni puede inspirar nada, excepto, mezquinamente, a un jerarca religioso necesitado de personajes para su teatro de mártires.

miércoles, 12 de junio de 2013

El grito impotente contra la razón y la lógica

De World of Weird Things: The impotent cry against reason and logic.

El grito impotente contra la razón y la lógica

Desde que los Nuevos Ateos salieron a escena, un sonido de sirena ululante ha brotado de los expertos en religión y humanidades, condenando la idea de que podríamos utilizar la ciencia para explicar el universo que ocupamos. En general, su argumento de por qué no podemos usar la razón y los experimentos para aclarar muchos misterios y averiguar qué nos hace funcionar se reduce a “¿cómo te atreves a decir que puedes explicar toda esta complejidad y maravilla con matemáticas y descripciones mecanistas?”. Y hasta ahí llega, en realidad, porque su objeción al uso de la ciencia para explicar sus temas favoritos en el lenguaje de las fórmulas, las estadísticas y los conjuntos de datos es que les arrebata un misterio que deseaban desesperadamente preservar para otro sermón u otro volumen de meditaciones nebulosas sobre la condición humana. Mientras que los investigadores y los ingenieros ven la belleza en el conocimiento de cómo funcionan las cosas, los pontificadores cienciofóbicos corren a caer desvanecidos en sus divanes, atribulados ante la idea de que alguien se atreva a explicar sus mentes como redes de neuronas y experiencia acumulada junto con mecanismos evolutivos.

Si eres una de esas personas que necesita ser un misterioso y delicado copo de nieve que es demasiado complicado y lleno de matices como para ser objeto de estudio, lo siento, pero no podemos ayudarte. Saber cómo el mundo funciona en un lenguaje científico, mecanista, es la manera en que construimos sociedades modernas, llegamos a otros planetas, enviamos robots al espacio profundo y encontramos curas a nuestras dolencias. Si te niegas a ver que entender cómo funciona el universo le da a tu existencia incluso más significado y una envidiable capacidad para modificar el mundo y lograr cosas, aunque sea en muy pequeño grado, ése es tu problema personal. Ahora bien, lejos de mí estaría afirmar que la literatura o las religiones nunca dieron profundas contribuciones a la humanidad, porque lo han hecho. Pero lo que no pudieron hacer es encontrar y confirmar respuestas sólidas, experimentalmente probadas, confiables, a las grandes preguntas sobre quiénes somos y dónde podemos estar yendo. La ciencia nos ha dado un universo vasto, complejo y misterioso, ¿y algunos están molestos porque podemos encontrar un álgebra que intente explicar cómo unas pocas partes de él se combinan para funcionar?

Considera esto. Si te rebelas pública y ruidosamente contra el flagelo del “cientificismo arrogante” pero alguna vez has intentado algo para averiguar qué va a suceder y luego has repetido tu experimento para confirmarlo, eres un hipócrita. Confiaste en el método científico para responder tu pregunta, no en esas vagas “otras formas de conocimiento”. Pensándolo bien, ¿qué son todas esas “otras formas de conocimiento” de las que oímos tanto de los fundamentalistas con la mente totalmente cerradas como de parte de los nuevaerianos con el mismo nivel de fanatismo? ¿Las voces de una deidad omnipotente? ¿El universo diciéndote que todos estamos conectados en una fantasía creacionista para anti-intelectuales de izquierda? Eso, para decirlo frontalmente, no es más que tu cerebro inventando cosas. Puedes ir a seminarios filosóficos y convenciones de barbagrises con sacos de tweed que resoplan y tratan de verse serios, y preguntarte “¿no es la vida muy misteriosa?”, como decía Tim Minchin, y protestar contra el hecho de que la ciencia puede explicar cosas que alguna vez se decía que estaban más allá de los límites de los mortales. Eso no cambiará el hecho de que es nuestra capacidad de explorar, analizar, catalogar, explicar y predecir a través de la ciencia la que nos hace lo que somos.

lunes, 10 de junio de 2013

Miss Mundo Musulmán

La noticia no podría ser más frívola a primera vista.
Eliminan de 'Miss Mundo 2013' el desfile en bikini ante protestas de grupos musulmanes
«Eliminan de “Miss Mundo 2013” el desfile en bikini ante protestas de grupos musulmanes.»

La frivolidad del asunto no debería distraer al lector, sin embargo, de varias cuestiones muy interesantes. El titular, para empezar, ya es eufemístico. No se trata de meros “grupos musulmanes” sino de unos personajes bastante siniestros: uno es de ellos es la rama indonesa de la organización integrista islámica Hizb ut-Tahrir, que orwellianamente significa “Partido de la Liberación” y cuya plataforma política incluye el establecimiento de un califato islámico mundial (una dictadura bajo la sharia) y la destrucción del estado de Israel. Otro es el Consejo Indonesio de Ulemas, que no pidió que las mujeres no desfilaran en bikini sino que el evento se suspendiera totalmente, dado que es “sólo una excusa para mostrar partes del cuerpo de las mujeres que deben permanecer cubiertas”.

De más está decir que una “protesta” de parte de esta clase de personas equivale a una amenaza, sin comillas.

El otro punto interesante es cómo los organizadores del certamen de Miss Mundo están dispuestos al compromiso cobarde, incluso al costo de poner en peligro a las mujeres y a los trabajadores que participarán del evento, con tal de no perder la oportunidad de vender su desfile de Barbies étnicamente diversas en un país grande e influyente del continente más poblado de la Tierra. Una de las organizadoras se encargó de explicar: “Nos gusta trabajar con respeto a cada país, y no veo por qué uno no deba comportarse con respeto cuando visita otro país”, como si la cuestión fuera de respeto, siendo que no lo es. El miedo a las represalias de un grupo de fanáticos misóginos no es respeto; someterse y someter a las mujeres a las normas represivas de los susodichos fanáticos no es respeto. La nota periodística aclara que la inmensa mayoría de los indonesios son “musulmanes moderados”; ¿por qué, entonces, se habla de “respeto” a un “país”, y no de dar lugar a los caprichos de un puñado de fanáticos? ¿Será que ese puñado tiene armas? ¿Será que esos famosos y omnipresentes musulmanes moderados no son tan moderados?

Lo que se ha hecho aquí es simplemente adaptar el diseño de un producto a las costumbres del lugar donde se desea venderlo. El modelo de mujer-objeto decorativo que les gusta a los musulmanes es diferente al modelo de mujer-objeto decorativo que prefieren la mayoría de los europeos y americanos. La diferencia principal, en este punto, es que los musulmanes prefieren que sus mujeres-objeto se luzcan como decoración sólo en ámbitos privados. La exhibición del cuerpo femenino en público, al igual que toda sensualidad abierta, va en contra del objetivo subterráneo de lograr una sociedad basada en la represión sexual, que oriente sus impulsos hacia placeres más sangrientos y santos como el apedreamiento de adúlteras o la jihad armada.

miércoles, 5 de junio de 2013

Alerta Religión, el libro

Hace casi un año me propuse reunir (algunas de) las crónicas y reflexiones acumuladas en este blog. El fruto de esa resolución está finalmente listo. El ebook de Alerta Religión está disponible en Amazon para quienes deseen leerlo; en los próximos días, me dice el editor, estaría disponible en otras plataformas. Se puede descargar de Amazon directamente a un Kindle o para leerlo en la PC con el programa provisto por Amazon o uno compatible.

El libro no es una recopilación de artículos de este blog; esa opción, a primera vista la más sencilla, la descarté apenas empezar, porque mi intención era integrar y organizar mis conceptos, no reproducir noticias viejas o divagaciones sin contexto. Alerta Religión está dividido en varias secciones, y éstas en bloques irregulares que a veces funcionan como pequeños ensayos y otras como diferentes enfoques conduciendo a una misma conclusión.

El precio de venta del e-book me parece razonable; a nadie culparé si decide compartirlo con alguien más. Como imaginará el lector, no espero ganar mucho dinero, pero incluso una cantidad simbólica no viene mal para el ego.

No presentaré aquí mis excusas por el aspecto desordenado del libro, por su escasez de fuentes académicas o por mi tratamiento forzosamente superficial de ciertos temas; eso ya lo hago en el libro. De más está decir que espero recibir críticas, que me gustaría fueran constructivas. El objetivo del libro no es convencer ni convertir sino exponer, y lo escribí tanto o más para mí como para los demás. Fue un inmenso placer hacerlo; espero que ese placer se extienda a ustedes.

lunes, 3 de junio de 2013

La teleología machista

Algo para pensar sobre el origen y la justificación del sexismo.
«La creencia de que las mujeres existen para servir a los hombres es una creencia teleológica, y eso implica un “quién”, y eso implica un dios, ¿se ve?


Esto es algo sobre lo que pensé mucho naturalmente mientras escribía Does God Hate Women?. Es una creencia poderosa, creo, que en gran medida queda implícita y por debajo del radar (…). Uno observa el mundo, observa a mujeres y hombres, ve que en promedio los hombres son más fuertes. Si uno piensa que todo esto fue hecho así Por Una Razón, hecho Por Una Persona Que Tiene Un Propósito, entonces piensa que los hombres son más fuertes por una razón y que por lo tanto se supone que sean dominantes y se supone que las mujeres sean sumisas. Si uno no cree que todo esto fue hecho Por Una Razón, por un agente, alias el Diseñador Inteligente, entonces uno no va a pensar así. Uno es libre de concluir que una mayor masa muscular no se traduce en un derecho permanente a la autoridad y al dominio. Es libre de concluir que una mayor masa muscular no tiene que ver con nada en lo que se refiere a relaciones entre humanos y si deben ser jerárquicas o no. Uno es libre de concluir que la jerarquía no debería extenderse a todas las áreas de la vida y que los seres humanos tenemos una mejor oportunidad en la vida, sin resentimientos y hostilidades, si no lo hace. (…)

En este sentido hay cierta afinidad entre el ateísmo y el igualitarismo. Hay conexiones entre ellos. Es de todas formas cierto, por supuesto, que uno puede fácilmente ser ateo y ferozmente opuesto al feminismo. Ambas posturas, y otras posturas intermedias o extremas a ambos lados, son consistentes con el ateísmo. La única postura que es realmente inconsistente con el ateísmo es, obviamente, el teísmo. Pero el ateísmo sí elimina un enorme obstáculo al igualitarismo, que es la creencia de que la desigualdad es parte del plan de Dios.»
Ophelia Benson, No god to hate women
(en Butterflies & Wheels, 1 de junio de 2013)

sábado, 1 de junio de 2013

Francisco explica que los cristianos no pueden ser razonables

Homilía del papa Francisco del 1 de junio de 2013. Francisco explica que los cristianos no pueden ser razonables. ¿Es tan difícil darse cuenta de la inhumanidad, de la presunción de privilegio divino, del fanatismo sectario que destila el Papa Francisco? ¿Es tan complicado para sus fans no devotos, para las masas, para los medios, para los políticos, darse cuenta de que no es un hombre amable ni humilde ni abierto al mundo ni remotamente progresista ni siquiera meramente conservador, sino un reaccionario obsesionado con sus delirios sobrenaturales? De la homilía del día 1° de junio de Jorge Bergoglio, papa Francisco:
«Cuántas veces se oye decir: “Pero ustedes, cristianos, sean un poco más normales, como las otras personas, ¡razonables!”. (…) Pero detrás de esto está: “¡Pero no vengan con historias de que Dios se ha hecho hombre!” (…) Siempre estará la seducción de hacer cosas buenas sin el escándalo del Verbo Encarnado, sin el escándalo de la Cruz. (…) Quienes niegan que el Verbo ha venido en la carne son del anticristo, son el anticristo… sólo aquellos que dicen que el Verbo ha venido en carne son del Espíritu Santo.

La Iglesia no es una organización de cultura, ni de religión, ni social. La Iglesia es la familia de Jesús. La Iglesia confiesa que Jesús es el Hijo de Dios venido en la carne: ese es el escándalo, y por esto perseguían a Jesús. (…) Si nos convertimos en cristianos razonables, cristianos sociales, cristianos de beneficencia solo, ¿cuál será la consecuencia? Que no tendremos nunca mártires: esa será la consecuencia.»
Que no te digan nunca, jamás, que la Iglesia hace buenas obras. La Iglesia desprecia las obras, lo que llama beneficencia, las limosnas (que a menudo es lo único que hace), el trabajo social, el organizarse junto con otros para educar o para aliviar la pobreza: si lo hace es sólo como medio para un fin, o al menos eso debería, según Francisco. El mundo es del Mal, quienes no aceptamos el mito cristiano somos del Mal. A la Iglesia sólo debe importarle hacer que creas en su dios.