lunes, 18 de febrero de 2013

Licencia para enfermar

Un caso curioso, esta vez: una madre católica reclama que le permitan enviar a su hija a la escuela sin vacunarla. Es en West Brighton, New York.
WEST BRIGHTON — Una mamá católica devota está demandando al Departamento de Educación de la ciudad por no concederle a su hija de 5 años una exención religiosa de sus vacunaciones.

Dina Check afirma (…) que hacer vacunar a su hija muestra “falta de fe en Dios y Su camino” y que la negativa del Departamento de Educación es un golpe contra sus creencias y sus derechos de la Primera Enmienda.
Siguen explicaciones sobre cómo el cuerpo es el templo de Dios y no se le deben meter sustancias extrañas, etc. Lo curioso del caso es, por un lado, que Check no es una antivacunacionista típica. En el Occidente desarrollado los antivaxxers son casi siempre crédulos nuevaerianos paranoicos que siguen consejos desinformados o interesados de modelos, comediantes o médicos fraudulentos. Hay casos puntuales de críticas religiosas a vacunas, como la del virus del papiloma humano (HPV), y sin duda el día que se invente una vacuna para la infección por HIV nos encontraremos con la misma objeción por parte de personas que prefieren que sus propios hijos se enfermen y mueran antes que protegerlos contra una enfermedad de transmisión sexual (actitud que, de hecho, ya observamos en aquellos que se rehúsan a enseñar a sus hijos el uso de preservativos).

Ése no es el caso de Dina Check. Su justificación es totalmente extraña a la doctrina católica oficial —al menos la actual (ya sabemos que las verdades eternas suelen cambiar según la época). Lo más curioso, o lo que debería ser más curioso pero lamentablemente no lo es, es precisamente esto: que no se le dio permiso a una madre para dejar desprotegida a su hija ante las enfermedades sólo porque no demostró que su religión exigía esa exención.
En su negativa, la administración de la escuela dijo que [Check] no demostró fehacientemente profesar una “genuina y sincera creencia religiosa que sea contraria a la vacunación”.
Vale decir que el personal de una escuela pública laica está, gracias al privilegio religioso, obligado a la incómoda tarea de decidir sobre la sinceridad de la fe íntima de otra persona e implícitamente sobre la correspondencia entre esta fe y la doctrina supuestamente “correcta” de esa religión. En Estados Unidos la mayoría de los estados contempla esta ridiculez, y los pedidos de exención se multiplican, tanto por parte de fanáticos religiosos reales como de buenos imitadores. Se trata de una carrera absurda entre ciudadanos que desean eximirse de la ley que rige para los demás y un estado que les da un medio muy sencillo para hacerlo y luego les impone obstáculos arbitrarios. Si no se aceptara la mayúscula tontería de que una profesión de fe religiosa es justificación suficiente para eximir a alguien de la ley —es decir, si reinara la laicidad de estado, la igualdad ante la ley, el entendimiento de que las creencias son absolutamente privadas— no habría posibilidad de rechazos y demandas judiciales. La Sra. Check mandaría a su hija a una escuela privada de alguna secta religiosa que no obligue a la vacunación o recurriría al homeschooling, y a otra cosa: todos felices. Excepto la pobre niña sin protección contra las enfermedades, naturalmente.

1 comentario:

  1. ¿Tiene la sociedad la obligación de proteger a esa niña, al margen de lo que opine su madre?

    Parece muy difícil, los judios ortodoxos continúan realizando con sus niños indefensos rituales de circuncisión que ponen en riesgo su salud y mutilan su integridad, y nadie los defiende. Cuando alguien lo ha intentado se ha encontrado con una oposición furibunda y se ha echado atrás.

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