sábado, 28 de enero de 2012

La debilidad del Islam

«La existencia física de Mahoma, pese a los débiles testimonios de los hadices, es al mismo tiempo una fuente de fortaleza y de debilidad para el islam. Parece situarlo adecuadamente en el mundo y nos facilita descripciones físicas plausibles del hombre en sí; pero también torna mundano, material y burdo el conjunto de la historia. Podemos estremecernos un poco ante los esponsales de este mamífero con una niña de nueve años y ante el entusiasta interés que mostraba por los placeres de la mesa y por el reparto de los botines tras sus
muchas batallas e innumerables matanzas. Por encima de todo (y en esto reside la trampa que el cristianismo ha evitado en buena medida otorgando a su profeta un cuerpo humano pero una naturaleza no humana), fue bendecido con numerosos descendientes y de ese modo convirtió a su posteridad religiosa en rehén de su posteridad física. Nada es más humano y falible que el principio dinástico hereditario, y el islam se ha visto sacudido desde sus orígenes por las disputas entre príncipes y pretendientes, todos los cuales afirmaban portar la importante gota de sangre original. Si sumáramos el total de todos aquellos que afirman descender del fundador, tal vez su número superaría el de los clavos sagrados y las astillas que pasaron a componer la cruz de trescientos metros de longitud en la que evidentemente, a juzgar por el número de reliquias con forma de astilla, Jesús fue martirizado. Al igual que sucede con el linaje de las isnad, se puede establecer una relación de parentesco directa con el profeta si uno por casualidad conoce y puede pagar al imán local adecuado.»
— Christopher Hitchens, god Is Not Great.

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